Cristo de los Faroles

Cristo de los Faroles en Córdoba

El Cristo de los Faroles es una escultura de estilo barroco que Fray Diego José de Cádiz mando construir al escultor Juan Navarro León. Es una estatua muy querida en la ciudad. Se encuentra en la Plaza de Capuchinos, el enclave donde se sitúa este Cristo lo hace muy especial.


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Donde está el Cristo de los Faroles

La Plaza de Capuchinos es el lugar donde se encuentra el Cristo de los Faroles. Es una plaza que conserva el empedrado original, cuando aún pertenecía al patio del Convento del Santo Ángel. Es un lugar en el que parece que se ha parado el tiempo, una plaza peatonal que aún conserva su imagen del siglo pasado.

Esta plaza cuenta con dos entradas peatonales y sus paredes lucen un encalado blanco como hace siglos. Junto con el empedrado del suelo, la imagen de la Córdoba antigua y el silencio que se respira, hacen que uno se remonte a épocas pasadas.

Lo que fue un patio de convento, se convirtió en plaza cuando se decidió abrir por dos de sus caras accesos peatonales y así unir dos de los barrios antiguos de la ciudad. Además del Cristo, en la plaza se encuentra la iglesia de la Virgen de los Dolores y la iglesia convento de Santísimo Ángel de Capuchinos.

Cuando se puede visitar


Al ser una plaza pública, se puede visitar todos los días a cualquier hora. Lo que siempre recomiendo es visitar la plaza de noche (si se dispone de tiempo). Al ser una plaza con poca luz, la imagen del Cristo iluminado por sus faroles ofrece una estampa espectacular.

Curiosidades del Cristo

Su verdadero nombre es Cristo de los Desagravios y Misericordia y data de 1794. Lo que podemos ver ahora es el Cristo original, al que se le cambiaron los faroles en el año 1984. En la época de los años 50 se le instala la verja que podemos ver ahora. También sabemos que el pavimento de la plaza fue renovada en la misma época por el alcalde Antonio Cruz Conde.

Leyenda del Cristo

Cuenta la leyenda que cada noche se acercaba al Cristo un hombre encapuchado, solo se oía el sonido de sus pasos de forma sigilosa. Al estar junto a la estatua del Cristo susurraba unas palabras y se marchaba.

Después de muchos años de misterio, el hombre reveló su secreto antes de desaparecer. Al parecer se trababa de un hombre que fue soldado del Rey. Una noche se despertó desorientado junto al Cristo de los Faroles tras ser atacado por unos asaltantes. Su forma de agradecer al Cristo el haberse recuperado, era acudiendo a él todas las noches.

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